Tuesday, January 29, 2013

Fahrenheit 421, pág 122

Montag tuvo la sensación de que si Beatty hubiese llegado a lanzar su aliento sobre ellos, sus manos se marchitarían, irían deformándose y nunca más recuperarían la vida; habrían de permanecer enterradas para siempre en las mangas de su chaqueta, olvidadas. Porque aquellas eran las manos que habían obrado por su propia cuenta, independientemente de él, fue en ellas donde se manifestó primero el impulso de apoderarse de libros, de  de huir con todos ellos; y, ahora, en el cuartel, aquellas manos parecían bañadas en sangre.
“Un poco de instrucción es peligrosa.
Bebe copiosamente, o no pruebes el manantial de la sabiduría; esas corrientes profundas intoxican el cerebro, y beber en abundancia nos vuelve a serenar.
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